exclusión  se  incluyeron  artículos  científicos 
publicados  entre  el  2019  y  2025,  redactados  en 
español o inglés, indexadas en las bases de datos 
Scopus,  PubMed,  SciELO,  Redalyc  y  Google 
Scholar,  con  información  sobre:  agroecología, 
biodiversidad funcional y compuestos bioactivos en 
especies  andinas,  prevalencia,  diagnóstico, 
sintomatología,  tratamiento,  control  o  impacto 
productivo del “gorgojo de los andes” en el cultivo 
de papa. Se excluyeron las referencias duplicadas y 
las provenientes  de  revistas  no  indexadas,  y  toda 
fuente no verificable o de divulgación no científica. 
Se  utilizaron  los  siguientes  descriptores  y 
combinaciones booleanas en español e inglés: 
“Tropaeolum  tuberosum”,  “Premnotrypes  sp”, 
“gorgojo de los andes”, “papa”, "agricultura andina" 
AND  "manejo  agroecológico  de  plagas".  La 
información fue sistematizada en fichas de lectura, 
clasificando cada estudio según su enfoque: tipo de 
parásito,  región  geográfica,  prevalencia, 
manifestaciones clínicas, tratamientos utilizados y 
resultados.  Posteriormente,  se  realizó  un  análisis 
comparativo  y  una  síntesis  integradora  de  los 
hallazgos más relevantes 
Resultados 
La Mashua: 
Origen 
La mashua (Tropaeolum tuberosum) es una planta 
andina  domesticada  desde  tiempos  preincaicos, 
originaria de la región altoandina que comprende el 
sur de Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia (Sánchez 
et al., 2021). Su domesticación se remonta a más de 
7000  años  en  las  zonas  altas  de  Perú  y  Bolivia, 
especialmente  en  altitudes  entre  3000  y  4000  m 
s.n.m., en donde su rusticidad, valor nutricional y 
propiedades  medicinales  han  permitido  su 
conservación y uso en sistemas agrícolas (Arteaga 
et al., 2022). 
Ciclo biológico  
El ciclo de cultivo de la mashua dura entre 180 a 210 
días, dependiendo de las condiciones climáticas y de 
altitud, cuyo desarrollo se inicia con la siembra de 
tubérculos entre agosto y octubre, la emergencia de 
plántulas ocurre entre 15 y 30 días después de la 
siembra. El desarrollo vegetativo se extiende hasta 
el  mes  cuatro,  seguido  por  la  floración  y 
engrosamiento de tubérculos. La mashua tiene una 
alta  concentración  de  un  compuesto  denominado 
glucosinolatos  que  da  el  sabor  picante  a  los 
tubérculos  (Guevara,  2019).  Los  tubérculos  se 
desarrollan principalmente en los últimos dos meses 
del ciclo, cuando la planta concentra carbohidratos 
en órganos subterráneos. 
Características morfológicas y fisiológicas 
Morfológicamente,  la  mashua  presenta  tallos 
volubles,  hojas  orbiculares  con  lóbulos  poco 
profundos  y  flores  zigomorfas  de  color  amarillo, 
naranja o púrpura, sus tubérculos son de diferentes 
formas  y  colores  variados  (amarillos,  morados, 
anaranjados), ricos en carbohidratos, antioxidantes 
y glucosinolatos, responsables de sus propiedades 
antifúngicas  y  repelentes  (Chirinos  et  al.,  2021; 
Pacheco et al., 2020). Fisiológicamente, se adapta a 
suelos  ácidos,  soporta  bajas  temperaturas  y  tiene 
una  alta  eficiencia  en  el  uso  del  agua  (Ramos  y 
Tello,  2022),  además,  secreta  compuestos 
alelopáticos con actividad insectistática, lo que la 
convierte en una planta  de interés para el control 
agroecológico de plagas (Pérez et al., 2023), puesto 
que una  de  las  características más  destacadas del 
cultivo  de  mashua  es  la  resistencia  a  nematodos, 
insectos y varias plagas que incluyen al gorgojo de 
la  papa  (Premnotrypes  spp.)  también  es  utilizada 
como  cerco  natural  para  la  protección  de  otras 
plantaciones (Manzano, 2022). 
Adaptabilidad del cultivo 
La mashua muestra una extraordinaria adaptabilidad 
a zonas altoandinas, especialmente entre los 3000 y 
4200  m  s.n.m.,  tolerando  heladas  leves  y  suelos 
pobres en nutrientes, ya que su plasticidad genética 
permite  su  cultivo  en  diferentes  tipos  de  suelos, 
desde  franco-arenosos  hasta  franco-arcillosos, 
adaptándose  mejor  en  policultivos  tradicionales, 
coexistiendo con papa, oca y olluco, favoreciendo la 
diversidad funcional y reduciendo la prevalencia de 
plagas  (Dilas  y  Ascurra,  2020),  requiriendo 
moderadas  cantidades  de  fertilización  orgánica,